jueves, noviembre 22, 2012

Reflexiones sobre el conflicto

Antes que todo me gustaría decir que no hay nada mejor cuando hay un conflicto que debatirlo, criticarlo, reflexionarlo. Pero hay una condición humana que inhibe la capacidad de reflexión, el odio. El odio contra el pueblo judío, representado en el pueblo de Israel no permite reflexionar, pensar o criticar siempre de la manera más objetiva posible. Por eso es difícil contestar a alguien cuando lo que le fluye al otro es el odio a la existencia de un judío por judío o de un israelí por israelí. El odio destruye. 

Pero sí me gustaría hablar de ciertas cosas que creo importantes tener en claro. No hay acá una concepción materialista de la historia, no hay acá conciencia social ni lucha de masas proletarias en contra de la explotación capitalista, no. Capitalismo hay de un lado como del otro, proletarios hay tanto de un lado como del otro, explotados hay de un lado y del otro. Pero no es la conciencia de clase lo que moviliza a las agrupación Hamas y Jihad Islámica a la lucha armada, no. El conflicto es puramente religioso, fundamentado en bases religiosas. Tanto Hamas como la Jihad Islámica son agrupaciones de fundamentalistas musulmanes que creen en la necesaria aniquilación y destrucción total de judíos, cristianos y cualquier otro credo, incluso musulmanes “desviados” como Al Fatah. No hay un verdadero Estado expansionista judío, basta con mirar un mapa, no hay un verdadero bloqueo, basta con saber que Gaza recibe agua potable y electricidad de Israel (incluso cuando Israel es atacada por ellos), lo único que hay es odio. Odio de un grupo minoritario de fundamentalistas islámicos que desea aniquilar cada rastro judío del mundo, porque odia su olor, su forma de vestirse, su creencia. Pero el odio de Hamas y del Jihad islámica no representa la voz del pueblo palestino, de ninguna manera. Hamas admite que quiere destruir al pueblo judío, admite que esconde sus municiones en edificios residenciales, admite su estrategia de camuflaje entre la sociedad civil y sobretodo admite su odio a todo aquel que no piensa como ellos, incluyendo la propia mayoría palestina que vota por la paz y por Fatah. Es productivo discutir, es productivo nutrirse de pensamientos distintos al de uno, pero solo libre de odio es que uno puede reflexionar. Odiar a los judíos y a su existencia en el mundo no es compatible con pensamiento critico.

De un blogger invitado

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